Desafió Vintage 2014 - Autodromo Roque Perez - Cronica Santiago Sánchez Ortega
Recientemente se comprobó que Argentina es un país que está regido absolutamente por pasiones. Y de todas ellas la que domina a todo el resto es el futbol. Esta afirmación seguramente les resulte profundamente dolorosa a todos los que no entendemos a esos veintidós señores que corren detrás de una esfera de cuerina. Preferimos las delicias de un buen mecanizado o un diseño sensual de carrocería que conjugados crean una obra maestra de la técnica. Más aun si a esas maravillas mecánicas se le suma la antigüedad y la historia sobre el metal. Tal vez sea un automóvil con historia deportiva o simplemente represente un periodo interesante de la historia. Todo esto es incomparable con un pie y una pelota.
Como viene sucediendo en los últimos cuatro años el Club de Automóviles Clásicos organizó la tercera edición del Desafío Vintage en el circuito El Orejano de la localidad de Roque Pérez, a 130 kms de Buenos Aires. Se elije el tradicional feriado del 9 de Julio que es una fecha ideal para poder reservar el autódromo sin riesgos de ser removidos por algún cambio de fechas en los cronogramas de carreras de las diferentes categorías que lo utilizan. Además el club tiene un antecedente de festejar el día de la Mecánica Nacional en esta apropiada fecha. A esa altura del año el invierno se manifiesta en todo su esplendor y este año no fue precisamente solo con frio que se hizo notar, sino también con una espesa y molesta niebla. A esta altura y ya estamos bastante acostumbrados a los desafíos climáticos pero esta vez nos jugó doblemente en contra.
Ya hablamos de las pasiones autóctonas y de cómo el futbol puede llegar a cautivar y modificar hábitos cotidianos en personas inimaginables. Los organizadores del evento jamás imaginaron que la selección argentina llegaría a la semifinal del mundial de futbol en Brasil.
La fecha del partido coincidía justo ese mismo día. Y menos aun imaginaron que gran parte de los inscriptos desertaran a la carrera para optar por quedarse sentados delante de un televisor. Si a esto le sumamos que la mayoría de los participantes provenían de Buenos Aires a través de 130 kms de autopistas y rutas con una niebla que no dejaba ver más de 5 mts. se formaba un coctel desalentador para el evento. La consecuencia fue que esta fue la edición con menos inscriptos desde su creación. Igualmente esto no afectó en lo más mínimo a los valientes participantes.
Las categorías fueron las habituales de siempre: Baquets y Sports hasta 1945, Vintage standard hasta 1930, Post Vintage standard hasta 1939 y Motocicletas hasta 1960. Este año se decidió agregar dos categorías más: Monopostos motor delantero hasta 1945 y Cupecitas TC hasta 1939. Dada la poca concurrencia los monopostos se anexaron a las Baquets y Sports y las dos de standards giraron juntas también. El número más importante y salvador fue el de las motos, que por una cuestión de supervivencia se dio un poco más de licencia en cuanto a los años y estado de las mismas.
El sistema de competencia, ya que no se permite el de velocidad, se aplicó el que más convence a los motoristas del sport en los últimos años, el de regularidad con tiempos autoimpuestos. Se giraban tres vueltas de reconocimiento y en la tercera pasada se abría el cronometraje tomando esa vuelta como tiempo ideal para copiar a la mínima diferencia posible. De más está aclarar que estaba completamente prohibido el uso de cronómetros, relojes, sistemas de comunicación o cualquier elemento externo al auto con el cual se pudiera medir el tiempo. Cada centésima de segundo de más o de menos a ese tiempo seleccionado se penalizaba con un punto. El que sumara menos puntos ganaba la competencia. Los primeros en girar fueron las Cupecitas que poco les importaron los tiempos y se dedicaron a revivir los Grandes Premios y supieron pisar (cautelosamente…) sus bólidos. Los dos mejores fueron Alberto Corral con una Ford (que algunos colegas bautizaron al auto como La Tetona ¿Por qué sería?) y en segundo lugar Pedro Vasena en otro rabioso Ford. Este año los chivos se quedaron pastando lejos. Luego salieron a pista los Standard que hicieron su trabajo muy, pero muy prolijamente. Tanto que a partir de esa observación se decidió establecer una velocidad mínima para las ediciones próximas. Dentro de este grupo se destacaron lejos el Itala 61 de 1928 de Luis Bustelo que fue recientemente restaurada de una manera admirable y no solo anduvo muy bien sino que fue y volvió a Buenos Aires andando como corresponde.
Felicitaciones al equipo. También se lució John Hampton con su Morgan 4/4 que se aventajó en varias vueltas al resto del grupo. Otros años va a ser conveniente que se integre a la categoría de los Sports que es su hábitat natural. En la regularidad ganó merecidamente Bustelo con su Itala y en segundo lugar Horacio Rossi con un Plymouth Cabriolet de 1936 remarcablemente bien cuidado.
Luego llegó el momento del plato principal y entraron a escena las Baquets y los Sports donde abundaban muchos amigos del CADEAA con sus baquets. En esta categoría se lució en todos los aspectos la Bugatti type 37 de Manuel Elicabe que de más está decir lo que es ver y escuchar una bien manejada. No por nada se llevó el segundo lugar en la regularidad. El ganador fue Juan Carlos Spinella con una baquet Ford T que fuera del gran piloto Dante Emiliozzi antes de competir en el Turismo de Carretera. El auto pertenece al museo Hermanos Emiliozzi de la localidad de Olavarría y vino especialmente para participar en el evento. El auto fue restaurado recientemente por Juan Carlos y se respetó en todo tal cual estaba en la época que lo corrían en los circuitos de tierra. Hubo un gran número de baquets diversas y muy interesantes como la Ford T de carrocería de lona de Gustavo Barufaldi muy estilo Graf Zeppelin o pelota de rugby. También hubo dos debuts en pista: el monoposto Chevrolet de Jorge Penedo hecho a partir de un chasis Malusardi y piloteado por su hijo Luis. Y por otro lado la baquet Whippet de Sánchez Ortega que comenzara a construir años atrás René Hartman de Entre Ríos. El resto eran los habitúes de siempre con diversos americanos: Buick, Pontiac, Ford y Chevrolet a mansalva.
Finalmente fue el turno de las motocicletas que se pudo encontrar de todo. A esa altura de la mañana la niebla empezó a ponerse más densa y desde la tribuna no se veía el fondo del autódromo. En algunos casos para mejor. Por lo menos fue algo interesante de observar por la diversidad de años y modelos de motos. Más de lo habitual y de lo que preferíamos. Como siempre dio mucho placer verlo a Paul Greene dibujar las trayectorias con su Velocette MAC 350 de 1948 o la Norton Dominator de 1958 de Jorge Valenzuela. El primer premio fue para Diego Carvotta con una sorprendentemente veloz Cushman de 1947 y en un estado peor que nuevo y segundo Ludovico Muchall con una simpática Gilera 150 de 1962.
Luego de las series de cada categoría se hicieron unas nuevas pero con un diferente e innovador sistema de competencia. Se largaban cada una de las categorías pero en la primera pasada se empezaban a tomar los tiempos y en las siguientes tres vueltas se debía ir reduciendo el tiempo de la primera en tres segundos. Hubo algún piloto que dijo que era incorrecto establecer el tiempo en segundos cuando no había método de medirlo. Pero el desafío era justamente ese, el sentido natural del tiempo cronométrico de cada piloto y de la maquina bajo sus pies. El resultado fue muy divertido y más de uno aprovechó para pisar su auto un poquito más de lo precavido.
Como todos los años se entregó el premio Capricho que es un reconocimiento al espíritu deportivo, al auto mejor conservado, al auto mejor restaurado, al auto que mejor recrea el criterio de época y en definitiva al tipo que mejor nos cae. Este año se lo llevó Carlos Pugliesi con su baquet Ford A muy correcta, que anduvo muy bien y siempre nos contagia su entusiasmo y buena onda.
Pasado un poco el mediodía el evento estaba concluido. Como era de esperar salió el sol y todos nos volvimos a nuestras casas para llegar con tiempo para ver el partido de la selección.
Santiago Sánchez Ortega.